viernes, 24 de septiembre de 2010

Venganza real.

Por el ventanuco del techo del calabozo entra un haz de luz de luna que casi santifica la escena que más abajo se desarrolla. Una princesa con el corazón destrozado acaricia dulcemente el pelaje espeso y negro de una bestia que ni las mentes mas perturbadas podrían imaginar en sus fantasías mas aterradoras. Una mole gigantezca de colmillos blancos y unos ojos pequeños pero llenos de locura y ansias de destrucción. Unas garras que podrían rebanar cuerpos humanos como mantequilla blanda, una fuerza descomunal que a duras penas pueden contener una infinidad de grilletes adosados a la pared. Pero ella solo tiene mares de cariño y bondad para aquella desdichada criatura. En los últimos meses ambos han sido victimas de las injusticias y malos tratos del rey, para la bestia en la forma de tremendos azotes y sanguinarias cuchilladas y para ella la no menos dolorosa indiferencia y humillación de un padre. Pero esa noche todo eso se iba a terminar. La princesa tomó los pesados grilletes y con la llave maestra que había robado a un guardia borracho fue abriendo una a una las cerraduras. Minutos después ya se podían oír los gritos de terror en los pasillos del castillo, aquella sería una velada sangrienta y muy larga para muchos, pero en especial para el padre que había mandado a asesinar al amante de su hija.

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